miércoles, 19 de diciembre de 2018

Bicentenario del Museo del Prado: Las grandes marcas de la cultura mundial


El 19 de noviembre de 1819 la situación cultural de España cambiaría para siempre. El Museo Nacional del Prado (conocido, también, por su anterior nombre: Museo Nacional de Pinturas y Escultura) abría sus puertas expectante, sin ser consciente del aluvión de visitas que a lo largo de sus doscientos años lograría. Suscitando hoy en día interés por conocer su interior y sus obras. Tan sólo hay que ver la larga cola que habitualmente adorna, hoy en día, su fachada.

Con tan sólo trescientas once obras inauguraba su colección, conformando la principal decoración de las blancas paredes. Sin embargo, bajo sus dominios protegía y conservaba más de mil obras, que paulatinamente fueron enriqueciendo su número, como fruto de los vaivenes de monarcas que se posicionan la corona sobre su cabeza. Así, el paso de los Austrias y la llegada de los Borbones conllevaron a una llegada de diversas obras a la institución cultural, siendo el protector de grandes emblemas de la Historia de España: Velázquez, Rubens, Tiziano… son nombres de artistas que estarán vinculados eternamente a este edificio.

Doscientos años han pasado y El Prado continúa siendo una de las instituciones más prestigiosas, no sólo para el territorio español sino, también, más allá de sus propias fronteras. Por este motivo, aprovechando su largo recorrido, la institución cultural quiere recopilar  – de manera especial  – toda su historia por su bicentenario.

 Así pues, esta identidad crea un legado único, plagado de colecciones reales El Museo busca – como siempre ha hecho – ,promover el arte en todas sus manifestaciones. Inculcando este afán, mientras la riqueza patrimonial de España crecía. La exponente pasión de los nuevos artistas, junto al fácil acceso a las colecciones reales, originaron una fórmula de crecimiento única. El éxito parecía consagrarse en el museo bajo un ansia reivindicativa, la pintura española aunaba fuerzas para darse a conocer por el mundo, una colección puramente española.

Todas las manifestaciones artísticas se reúnen, en esta fecha tan significativa, en el museo. La institución inaugura la colección Prado 200 que alberga su historia, desde la escultura clásica hasta las obras de arte en el edificio Villanueva, dejando de manifiesto la evolución que el museo ha sufrido en estos dos siglos. Bajo una lenta y suave melodía, el Museo del Prado une la música con las diferentes manifestaciones artísticas, creando un vínculo único, pero esto no es todo.

Las letras también se manifiestan creando historias, bajo el título: Historietas del Prado, escrito por Vicent Josep, que reúne diez historietas. También, queda retratada la historia del Museo bajo el nombre de Retratos Anónimos, un libro coordinado por Luis Alberto de Cuenca. Fomenta, además, en sus cuatro paredes un encuentro único profesional de intercambio de experiencias y congresos de profesionales del arte.

Asimismo, el Museo del Prado busca innovar, no quedarse en el pasado pese al bicentenario, de esta manera irrumpe a través de las plataformas digitales con un plan novedoso. Pues hasta las redes sociales se encuentran volcadas con esta celebración, twitter es la red social encargada de proporcionar un emoticono exclusivo para celebrar el Bicentenario, el cual está inspirado en el cuadro de Goya: El caballero de la mano en el pecho.


Además, bajo el nombre de Efímera, dispone toda su colección a través de la plataforma del museo. Supone una gran novedad en el panorama artístico. Visitar el museo sin penetrar sus dominios en persona. Esta iniciativa dispuesta a nivel mundial facilita el prestigio y el renombre de la propia institución, permitiendo a personas de distintos puntos de mundo acceder al arte albergado entre sus dominios. Permite al visitante enamorase de la exposición. El primer museo de España que dispone todo su fondo documental en su portal web, promoviendo la participación ciudadana, preservando y recuperando sus grandes obras.

Queda – sin necesidad de decirlo – que el Museo del Prado es todo un referente de cultura, pues la convergencia de las distintas disciplinas artísticas toma forma en esas cuatro paredes. Esta institución de arte se ha convertido en un referente, pese a los daños recibidos por los sucesos de la historia, en el día a día de la sociedad. Se crea una relación sistemática en nuestro cerebro, se puede oír el click, como si de una pieza de puzzle se tratará, al unir cultura con esta institución –un rompecabezas que pide a gritos nuevas piezas –.

En cuanto al tráfico de arte, tras muchas idas y venidas, el museo ha experimentado mejores y peores momentos. Aunque, en la mayoría de los casos, se ha buscado promover el arte, manifestar esa pasión que da forma creando una esencia pulcra e idónea de la institución cultural. Las obras, que en un principio colgaban tras haber sido donadas o guardadas por los propios monarcas, lucían únicas, inigualables.  No obstante, poco a poco, esas obras que tan majestuosas habían creado la esencia del museo – y lo siguen siendo – empezaron a ser tediosos para algunos. El intercambio de arte, las donaciones temporales se convirtieron en la nueva rutina de todos los museos, que trataban de acercar el arte de todas las partes del mundo a un mismo punto. Los apasionados del arte gozan, a partir de estos acuerdos,

Pese a estas – supuestas -- condiciones favorables, el Museo del Prado sigue siendo una entidad pública, financiada por el propio estado. Sin duda, la llegada de la crisis económica conllevo a una pérdida de las visitas. A pesar de que los números han empezado a ser más favorables, esta institución ha tenido que sumarse a iniciativas como el micromecenazgo. Para quién no sepa a que se refiere este término, decir brevemente lo siguiente: un sistema de financiación colectiva que permite conseguir el capital necesario para adquirir algo (en este caso el Retrato de niña con Paloma de Vouet, que alcanzaba la cifra de 200.000 euros). No es de extrañar que un museo de renombre internacional tenga que recurrir a estas iniciativas debido a que la cultura – al menos la sensación que da – no está fomentada es más parece olvidada, desterrada del propio individuo que tiene preocupaciones más importantes.

Los doscientos años del Museo del Prado, con sus mejores o peores momentos, que anteriormente comentamos, han convertido a esta institución cultural en un referente de cultura. La localización del Museo es perfecta, pues no es otra que en la capital española. Se acumulan, por tanto, muchos turistas que desean conocer el arte y la cultura artística que Madrid protege bajo sus dominios. Cruzan con calma  – pese a la longitud de la cola para entrar  – bebiendo de cada pincelada, cada trazo. Deleitando su vista, con las obras expuestas, y su oído, con la melodía que han creado para este bicentenario. Sin duda, quedan aún muchas décadas –como mínimo  de este Museo.