miércoles, 12 de diciembre de 2018

Egon Schiele: Transgresor del mundo artístico

En los primeros años de creación de las diferentes Vanguardia Históricas, durante la segunda guerra mundial, el color ganó protagonismo entre los distintos artistas, escritores y críticos de arte. Así, sus estudios se focalizaron en estas gamas cromáticas, en sus mezclas y en los efectos que creaban.

Se podría decir que el Fauvismo y el Expresionismo son dos corrientes centradas en este elemento, salvo que el movimiento central de esta entrada buscaba, a través de sus obras, transmitir los sentimientos y las emociones a un receptor dispuesto a captarlas. El expresionismo tiene sus referentes en artistas postimpresionistas como Van Gogh o Gaugain, en pintores radicales como Ensor o Munch. Este movimiento tuvo manifestaciones en diferentes países. Como, por ejemplo: Austria.

El expresionismo austriaco surge en un momento de máxima tensión; el imperio austrohúngaro se estaba desmoronando. En la capital, Viena, había finalizado con la Sezession, pero Klimt junto a otros pintores habían dado a conocer a otros grandes artistas de la época.

Entre estos artistas novel destaca el austriaco: Egon Schiele. El discípulo de Klimt pasaría a la historia por su estilo transgresor, resistiéndose así a cualquier clasificación. Considerándose libre de cualquier tendencia artística a lo largo de sus 28 años, pues como todos los genios murió muy joven (a consecuencia de la gripe), a pesar de ello, dejaría más de trescientos cuadros. También, era amante de los poemas y realizo numerosos y peculiares experimentos fotográficos. Los temas que trata en sus pinturas son reveladores e innovadores. Pero, sin duda, la soledad humana será su cima artística.

Schiele retratará sin ningún pudor múltiples escenas sexuales (en su mayoría autobiográficas), rompiendo así los límites sociales de la época. Aparecen así, retratados en un espacio hostil, que sumerge al espectador en una tensión insoportable. Egon se muestra crítico con la hipocresía sexual que se vive en aquellos años en Viena. A través de sus inconexas pinceladas y manchas coloridas, muestra a la figura humana, al desnudo. Creando una posición extraña situada entre erótica y demacrada. Un rasgo llamativo de sus obras son las manos enormes situadas en primer plano de sus personajes, que se manifiestan contraídas y retorcidas.

Entre sus obras más llamativas y transgresoras encontramos las siguientes: Autorretrato estirándole la mejilla (1910), La muerte y la doncella (1915) o El abrazo (1917).  De las obras citadas, comenzamos por riguroso orden con la primera, en ella vemos plasmado a Egon, auto deformando su rostro mostrando así, la verdad oculta. En segundo lugar, esta obra es una de las telas más dramáticas del autor, pues tiene relación con la muerte de sus seres queridos, a través de los colores muestra la desesperación del joven matrimonio.

Por último, lugar, hablamos de El Abrazo, sin duda, es una de las telas que más divulgación ha sufrido por el espectacular tratamiento que tiene, consigue transmitir desde la más tierna de las emociones la pasión de dos amantes. Por ello, algunos expertos incluso afirman que consigue superar a su maestro.